"Babilonia", es el disco viajero de esta marplatense radicada en Valencia. Las ciudades, lo urbano, la nostalgia de los aeropuertos y el espíritu movedizo atraviesan su notable primera producción de estudio.
“Se que suena cursi o trillado pero no hay otra: la música me hace sentir viva, me hace reencontrarme conmigo misma. Es la luz en la oscuridad, siempre”. Así justifica Pola Carranza la decisión de dedicarse al canto, a la canción y a la composición musical.
Fruto de ese empeño amoroso que empezó en Mar del Plata, su ciudad natal, y siguió en España es el disco “Babilonia”, recién aparecido en las plataformas musicales.
A poco de escucharlo, las analogías con la Babilonia imperial y antigua, donde se mezclaban todos los lenguajes, no tardan en aparecer: las diez canciones muestran escenas de aeropuertos, viajes, “kilómetros de besos”, “saudade” y un andar que parece no querer detenerse.
“Me interesa la idea de lo caótico, la metrópoli, la gran ciudad multifacética”, dispara Pola desde Valencia, la ciudad en la que vive desde hace un tiempo. Por eso, como si fuera una costurera, su voz une los “lenguajes sonoros, dando lugar a distintos estilos, matices y por qué no, algunos versos en otros idiomas, que convergen en el disco haciéndolo ecléctico”, expresa a LA CAPITAL.
De hecho, la mayoría de las canciones de este disco las escribió en un viaje. Aunque reconoce que ellas suelen aparecer con la fuerza de un flash: “Se me ocurrieron canciones caminando de casa al trabajo, sentada en el lobby de un hostel, en la ducha, en una reunión con amigos, despertándome de una siesta, a raíz del insomnio o hasta cortando zapallo en casa“, comenta la artista que es dueña de voz potente y expresiva.
“Me siento plenamente identificada”
Nacida como Paula, con madre y abuela artistas (la actriz y dramaturga Merceditas Elordi y la escritora Raquel Guidi respectivamente), Pola dice que la impronta multicultural de su disco nace de su propio interés por viajar. “Cada vez que tuve la posibilidad me compré un pasaje para conocer algún lugar nuevo”.
“Y la historia de por qué España es que mi pareja vivió durante muchos años en Europa, especialmente en España. Nos conocimos en Mardel una vez que él fue de visita. Después de un tiempo, un poco cansados de nuestros trabajos y con una bebé de un año, decidimos venir a (a España) ver qué onda”, sigue.
De su etapa en la música de Mar del Plata, recuerda que llevó adelante “Reversiones acústicas”, un show en el que cantaba canciones del rock hechas por varones pero en versión femenina. También fue parte de “Ellas x Ellas”, junto a Marcela Tarifeño, Nathalia Zapata y Marcela Larramendi.
Desde la canción, siempre se las ingenió para defender un lugar de paridad respecto de los varones y alienta la movida que busca una igualdad en el sector. “Me da mucha bronca ver tanta disparidad histórica respecto a hombres y mujeres en el ámbito musical, iba a decirte que me da pena, pero no, me enoja. Siempre nos ha sido más difícil hacernos un lugar. Por eso apoyo totalmente la movida y me siento plenamente identificada”.
-En tu disco juega lo urbano: los sonidos, el título Babilonia, el arte de tapa, las canciones como Un francés en Perú, Ciudades y hay versos que también remiten a “una ciudad de edificios congelados”. ¿Te interesa este tema?
-Me gusta mucho viajar, lo hago siempre que tengo la posibilidad y me encanta descubrir las ciudades cuando lo hago, caminarlas hasta que no me dan más los pies, conocer su cultura, sus lugares cotidianos y hasta descifrar su transporte público. Siempre me consideré una persona muy urbana. Hay gente que ama la vida al aire libre, el verde, pero yo soy todo lo contrario. Prefiero perderme en un museo a un día de campo, por ejemplo. Me apasionan la arquitectura y el diseño, carreras que de hecho estudié durante algunos años. Y todo lo que cuentan las ciudades me parece súper interesante, su arte urbano, su comida, su música, sus bares, su gente y sus historias.
-Desde lo musical, podría decirse que jugás con el rock, algo de electrónico y el pop, pero el acento está definitivamente puesto en tu voz, clara, diáfana, con los agudos justos ¿coincidís?
-Estudié canto durante muchos años, mi voz es mi instrumento y creo que es fundamental el trabajo vocal y que se entienda la letra de la canción. Durante la grabación del disco, en paralelo, trabajé las canciones con mi coach vocal. Traté de explorar distintos matices y expresiones utilizando gran parte de mi registro. Más allá de lo compositivo, el canto es lo que más naturalmente fluye en mí. Quise darle mucha atención a lo interpretativo en el disco y a cantar lo que cada canción pedía.
-Hay un verso en una de tus canciones que dice “Somos la sumatoria de recuerdos únicos en la memoria”. ¿Cuánta importancia le das a la poesía?
-Me gusta que las canciones cuenten historias, que dejen algo, una reflexión, algo para pensar, que te transporten a otro lugar, que transmitan sensaciones, imágenes y que quien las escuche las haga propias, dándoles su propia interpretación también. Si bien hago pop, no quiero hacer un pop vacío de contenido, que es el estigma que el pop tiene me parece. Creo que es muy importante el valor de la palabra, de lo que se dice y también sufro un poco al ver como se desvirtúa y destruye el lenguaje en la música hoy en día.
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